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Compañía Baja: Sector "Pinamar", temporada 2008

Una de las poblaciones emblemáticas de La Compañía Baja es la población Pinamar, sector que históricamente se caracterizaba por su ocupación agrícola, hasta que en el año 2008 y producto de la expansión urbana, se comenzaron a dar múltiples hallazgos arqueológicos donde destacan la presencia de materialidades como cerámica, restos de conchas de moluscos, huesos de animales, fragmentos óseos humanos y en menor cantidad piezas líticas (piedra). Estas evidencias dan cuenta que esta área fue ocupada por largos periodos de tiempo, los cuales principalmente se vinculan a las culturas agroalfareras.

Las tumbas investigadas en este sector han arrojado importante información respecto al estado de salud de estas comunidades originarias, describiéndolas como personas con un buen estado de salud debido a su dieta con presencia de diversos alimentos, que incluye abundantes fuentes de proteínas y elaborados procesos de preparación de sus comidas. Esta hipótesis se refuerza gracias al estudio de dos tipos de muestras, sus piezas dentales que no presentan signos de caries o abrasión pronunciada y el análisis de sus restos óseos sin antecedentes de enfermedades asociadas a falta de nutrientes u otro tipo de deterioros como por ejemplo deformaciones, fracturas, etc.

Los mayores riesgos de mortalidad se podían apreciar en la población infantil, específicamente en los 3 primeros años de vida, posterior a esta edad la esperanza de vida aumentaba. Llegando a registrarse tumbas con presencia de adultos mayores de 40 años, edad considerada como avanzada para aquella época.

Dentro de las sepulturas que presentan aspectos culturales más distintivos se encuentran algunas delimitaciones de piedras llamadas “cistas”, ofrendas funerarias y la presencia de camélidos dispuestos intencionalmente al lado de las osamentas humanas. Especialmente se destaca el hallazgo de dos lactantes que están acompañados por un jarro zapato antropomorfo cada uno. Todos estos elementos permiten inferir la importancia de la muerte para estas comunidades, instándolos a desarrollar múltiples costumbres funerarias que denotan rasgos de jerarquía y diferenciación social dentro la población que habitaba la zona.

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